Anne-Laure Guillet | Docomomo Internacional Valparaíso

Estimados colegas,

Es un placer estar aquí con ustedes hoy en la cuidad de Valparaíso para representar a Docomomo Internacional. Este seminario es el tercero del capítulo chileno, y también es la tercera vez que Docomomo Internacional está presente. En 2005, en Santiago, escucharon a Émilie d’Orgeix, la secretaria, y hace dos años en Antofagasta, Maristella Casciato, nuestra presidente, dio la conferencia de cierre. Por eso, para esta ocasión tuve algunas dudas acerca de consagrar esta charla a una presentación de nuestra organización, pero ante la recomendación de los organizadores, voy a presentarla brevemente y aprovecharla para trazar las principales líneas de una evaluación, al fin de siete años de mandato en Francia, y algunas semanas antes de la mudanza de la sede a Barcelona.

Docomomo es una red internacional que tiene veinte años. Ese nombre, que puede sonar un poco raro, es el acrónimo de “documentation and conservation of buildings, sites and neighborhoods of the modern movement”. Cuando fue creado, a fines de los años ochenta en los Países Bajos por dos arquitectos, comenzó como un grupo de europeos apasionados por la arquitectura del movimiento moderno, con una especificidad como organización patrimonial: la confluencia y la colaboración entre arquitectos e historiadores para llevar a cabo su misión de documentación y conservación. En esa época, la definición del MoMo era bastante homogénea, tanto cronológica como arquitectónicamente: una arquitectura de entre las dos guerras mundiales, caracterizada por su búsqueda e innovación material, formal y social. Esa definición —muy euro-centrista— tuvo que adaptarse con la expansión geográfica de la red, que ha obligado a reconsideraciones de forma y material, junto con el reconocimiento del rol de las historias políticas y de las identidades nacionales asociadas a su desarrollo.

Hoy, más de cincuenta países son parte de Docomomo, en todos los continentes, con una presencia americana y europea muy fuerte, con importantes miembros en Asia y Oceanía, y una África todavía un poco tímida, con un solo país hasta hoy (Marruecos). A la escala de la red y en términos de funcionamiento, los capítulos nacionales tienen que asumir algunos compromisos: respetar la constitución de Docomomo, tener por lo menos diez miembros internacionales, y estar representados cada dos años en las conferencias internacionales y asambleas generales. Aparte de eso, los capítulos tienen una autonomía casi total: eligen la estructura que más conviene a su contexto legal, y su trabajo en favor del patrimonio moderno se puede articular con varias herramientas (conferencias, publicaciones, acciones de salvataje…) en función de las prioridades científicas de cada grupo.
A nivel global, Docomomo Internacional coordina las acciones de los capítulos, y les apoya a favor de la preservación o en acciones concretas de salvataje: eso ocurrió, aquí en Chile, en los casos del edificio de la Universidad de Santiago, de Bresciani, Valdés, Castillo y Huidobro, y en el de la estación de biología marina de Montemar de Gebhard (acerca de los cuales vamos a escuchar algunas palabras en este seminario). Una de las herramientas científicas más visibles de Docomomo Internacional es el Docomomo Journal, su revista semestral publicada en inglés. En su redacción, tenemos dos objetivos esenciales: proponer una plataforma para el trabajo de nuestros miembros, y ofrecer una ventana abierta a la investigación científica de nuevos territorios de la arquitectura moderna. Fueron publicadas ediciones especiales dedicadas al patrimonio moderno en África, en Asia pacífico, o en el Caribe insular.

En 2000, durante la sexta conferencia de Docomomo en Brasilia, fue decidido que la sede internacional —ubicada en Holanda desde su creación en 1988— cambiara de país sede, de presidente y de secretario cada seis años, con la intención de renovar las energías y los impulsos. La proposición francesa fue aceptada por la asamblea general, y Docomomo se mudó en 2002 de Delft a París, dónde está acogido por la Cité de l´architecture et du patrimoine. Maristella Casciato reemplazó a Hubert-Jan Henket como presidenta, y Émilie d´Orgeix a Wessel de Jonge como secretaria. Hoy, en 2009, la sede de Docomomo está a punto de mudarse a la Fundació Mies van der Rohe en Barcelona, con una presidenta portuguesa, Ana Tostões, y un secretario español, Ivan Blasi. Un mes antes del fin del mandato francés, esta presentación es la oportunidad de evaluar estos siete años, los pasos tomados, los cambios que ocurrirán, y los desafíos que se presentan.

Cuando comencé a trabajar en 2003 para Docomomo, los capítulos eran treinta y cinco, hoy son cincuenta y tres. Esa expansión tiene varias consecuencias, de varios tipos:

• al nivel científico, obligó (como lo dije poco antes) a una reconsideración de la definición y de las fronteras del movimiento moderno. Al ver, por ejemplo, que el hito del registro de obras de Docomomo Corea son las iglesias neogóticas en hormigón del fin del siglo diecinueve, se prevé la dificultad de alcanzar una definición global. En nuestro caso, creo que todavía se puede conseguir, optando por el mínimo común denominador: la búsqueda de formas nuevas (el neogótico, en el caso coreano, era una forma nueva), acompañadas por preocupaciones políticas y sociales. Se podría agregar el uso innovador del material (con la tríada hormigón, acero, vidrio): fue el caso en numerosos países y para numerosos arquitectos, pero no para todos.

• al nivel organizacional, la estructura no burocrática y casi familiar (con dos personas trabajando a tiempo parcial) tendrá que adaptarse al crecimiento cuantitativo de los capítulos y miembros (800 miembros internacionales, 2300 miembros nacionales). El cambio de sede va a estar acompañado de modificaciones del modo de funcionamiento de la estructura de acuerdo a su nueva escala. El desafío va a ser mantener la dimensión “cara a cara” que caracteriza y diferencia a Docomomo. Durante ese años de mandato en París, también ocurrieron cambios fuera del ámbito propio de Docomomo, principalmente por la evolución de la percepción del patrimonio moderno por los diferentes actores (estados, organizaciones internacionales y nacionales, instituciones académicas, y público en general):

• la Unesco agrega, poco a poco, sitios modernos a su Lista del Patrimonio Mundial; los últimos fueron seis conjuntos de viviendas sociales en Berlín, en julio de este año. Pero todavía son sólo 29 sitios del siglo XX (ni siquiera me voy a referir a la arquitectura “moderna”) que suman el 3,6 por ciento de las obras listadas.

• el Icomos creó, hace tres años, un comité del Siglo Veinte compuesto, por cierto, por una mayoría de miembros de Docomomo.

• en varios países (incluyendo Chile y Francia) el estado intensificó la protección de la arquitectura del siglo XX en sus listas nacionales o con la creación de señalizaciones sobre edificios con valor patrimonial.

Son algunos ejemplos de la toma de conciencia que ha ocurrido en los años recientes. Son buenas noticias, pero no deben esconder el trabajo de preservación y difusión que falta llevar a cabo. Lo moderno que está protegido, publicado, visitado en el día del patrimonio, utilizado por la publicidad, es un moderno exclusivo y paradigmático, pero parcial. Debemos continuar los esfuerzos por el “otro” moderno, el que no se ve tanto: el vernacular, seriado, cotidiano.

Gracias.

Anne-Laure Guillet, directora, Docomomo Internacional Valparaíso, Noviembre 2009